Te vas a reír… pero tenías una camioneta roja, con la luneta muy parecida al New Focus, pero más recta y chata, un poco más larga que una Kangoo. Te subiste porque debías llegar a tu casa, mi subconsciente no me dijo el motivo de tu apuro. Dejaste a tu amigo conmigo, mirando la tele que en realidad era el monitor de la computadora de Anita, que se asomaba por el ventanal de mi habitación como si fuera un espejo de dentista atornillado a la mesa, pero móvil. Él, desconozco su verdadera apariencia, tenia pelo largo, ruloso y no era mucho más alto que yo, típico suéter que llega justo al cinturón, jean con infaltables manos de laburante en los bolsillos y unas clásicas Nike Shock. Recuerdo que me dijiste que no era su estilo, pero a mi imaginación eso no le importó.
Sin darte tiempo a volver, decidió irse… dejándome un adiós para vos y un disculpame, la excusa fue su sobrino, que estaba llegando a su casa y él debía cuidarle.
Vos llegaste de vuelta, pero sin tu camioneta, me llevaste a tu casa, que no era tu casa, por una ancha vereda como por la que veníamos caminando con el tío la otra noche que me acompañó a mi casa.
Estaba tu mamá y planchaba ropa, siempre hay ropa limpia cuando voy a tu casa.
Él me fue a buscar, como si fuera la primera vez, con una mochila que nunca le había visto, me agarro de la mano y fuimos corriendo por Córdoba, justo la esquina de la casa de aquél que estaba esperando el 298, le dio muchísima bronca vernos correr de la mano, tal vez en algún momento creyó que nunca volvería a vernos así.
Me llevaste a una Universidad que no tenía pasillos, de aula en aula buscábamos a alguien… no entendí bien, yo sólo quería llegar arriba, a ese lugar desierto como los pasillos de la UBA, en donde nadie te ve. Llegamos, te tenía contra un fichero, mis manos agarrando tu cara y entonces… simplemente hoy soñé con vos.
taekwondo
Hace 9 años