Asquerosa dulzura

Puedo atragantarme con mi dulzura y vos simplemente me darías el puntapié en… sí!, en ese preciso y precioso lugar. De hecho… lo hacés, lo hiciste. Entonces bien, se debe pasar a la siguiente hoja, cambiar el rumbo con una simple respuesta.
Cambié la perspectiva, hice el giro, mira para atrás… punto muerto y arranqué. Copiame, servite, tomame, usame, gastame, tirame y busca el nuevo paraíso.
En ese instante, todo cambió, querés saber por qué? Te cansaste de mí, de mi no-autoestima, de que no te guste ser vos conmigo. Reitero las sabias palabras de un tal nosequien, “No entregues eso que después nadie devuelve”. Más allá de un estado psicológico, vos no querés saber qué es lo que pienso, sólo si estoy pensando en vos, vos, vos, sólo en vos. No, es que no voy a entender nunca la ternura de tus besos, si cuando el mundo vuelve en si, se desvanece todo lo que en un minuto lograste.
Quiero hacer una copia de mí, romperla y formarme de nuevo.
Ni un nuevo te quiero va a salir de donde una vez se escapo un monosílabo nervioso. Pensar que podría escribir una y mil veces las jugadas del tiempo, pero no quiero que todo termine en un eterno abrazo, prefiero jugar con los años y deletearlos, elegir cada memorable acontecimiento y retener la imagen que las hormigas no pueden cargar más de una hojita cada una.
Si estás pensando, o si alguna vez creíste que yo no me divertí con vos… entonces mis gestos te mostraron menos de lo que quisieron decir, con mi imbécil sonrisa opaqué eso tan increíble que pudo haber sido. Vuelven este tipo de cosas? Tal vez, quizá no.
No me ignores, no te resistas, no me prestes atención, no corras, da la vuelta… y si en ese instante me ves, no preguntes, no pidas, no juegues conmigo… simplemente dejalo fluir, superalo.