Con que poco sonrío, qué fácil lloro.
En mi viaje matutino, en el que me abro camino entre la gente, descubrí que no es así, que no se puede, mi cabeza no logra correrlos a un costado.
Una sonrisa contagiosa -claro… la de un bebé- le devolvió ternura a mi cara y entonces sonreí. Me di cuenta que las malas palabras también me hacen sonreír, porque en mi lista de reproducción apareció un fragmento de un dialogo entre Zoe Bell y Abbie Ross, que hizo que suelte, incluso, una leve carcajada.
Sentir el viento en la cara, me hace feliz también pero hay algo que siento que me está faltando… algo que me hizo feliz durante mucho tiempo pero sé que nunca nombré. Un largo lapso de felicidad y sonrisas, las olvidé por completo, olvidé todo lo que representaste para mí. No entiendo qué nos pasó… te convertiste en el tipo de persona que odio cruzarme, que esquivo y critico.
Por qué hoy? Por qué relacioné la erupción en forma de sonrisa, que tengo desde temprano, con vos? Por qué sentía que con vos podía correr a esos, que me molestan, a un costado? Nada de eso volverá a ser. Hoy lloro por la impotencia, no por vos, la situación me sobrepasa, no tu recuerdo.
Sé que no puedo y entonces... estalló en dos, sólo dos lágrimas, me odio por eso. La insensibilidad llegó a tal punto que ni siquiera puedo demostrar sufrimiento?
Faltan dos paradas -le juego al 2- demasiado razonamiento para un viernes por la mañana. Te deseo lo mejor... sin resentimientos.
taekwondo
Hace 9 años